Canonización de una pareja ejemplar
Luis y Celia Martin no fueron canonizados porque fueran los padres de Santa Teresita del Niño Jesús de quien Pío X dijo que era “la Santa más grande de los tiempos modernos,” fueron canonizados porque hicieron de su vida de cada día una vida extraordinaria.
Esto quedó demostrado en los procesos de Beatificación y Canonización y en los estudios minuciosos de los dos milagros de Pietro y de Carmen.
Si la Iglesia los canonizó, fue porque son un ejemplo para todos nosotros. En efecto, por primera vez en la historia, unos esposos fueron canonizados juntos y no por separado y la Iglesia los propone como ejemplo a los esposas y a las familias.
Pero, ¿qué cosas hicieron? Nada excepcional, excepto vivir la santidad en su vida cotidiana. Dios ocupó siempre el primer lugar en sus vidas y de Él sacaron la fuerza necesaria para vivir cada día el Evangelio. En una de sus cartas escribía Celia:”Quiero llegar a ser santa algo que no me será fácil Hay mucha leña y está dura como una piedra. Tendría que haber comenzado antes, pero más vale tarde que nunca.”
Como se sintieron débiles y pecadores, supieron que tenían necesidad de la ayuda de Dios. Su vida se enraizó en la oración, en la familia, en la misa de cada día, a las 5h, 30 de la mañana, en la confesión y en el amor al prójimo, especialmente a los más pobres.
Se podría pensar que esta pareja burguesa del siglo XIX llevó una vida sin problemas, abriéndose fácilmente al camino de la santidad, pero sucedió todo lo contrario, fue una familia probada, que conoció el sufrimiento y lo ofreció a Dios. Tuvieron nueve hijos de los que cuatro murieron siendo muy pequeños. A la muerte de Elena, de cinco años, Celia escribió en una carta: ”Cuando Luis entró y vio a su pobre hijita muerta, comenzó a llorar y a decir:”¡Elenita mía, Elenita mía!” Después la ofrecimos juntos a Dios”
En cualquier dificultad que se les presentó, confiaron en Dios y se pusieron en sus manos. Lo mismo en los problemas de educación que les planteaba Leonia, que en el trabajo o en la enfermedad: ”Lo mejor es poner todo en las manos de Dios y esperar los acontecimientos con calma, abandonándonos a su voluntad. Esto trato de hacer con todas mis fuerzas.”